Señor Director:
A propósito de su editorial «Realidad carcelaria al límite» del lunes, en varias oportunidades se ha levantado en estas páginas el horror que se vive en las cárceles chilenas. Condiciones sanitarias y habitacionales indignas, tratos vejatorios entre o hacia reos, y un largo etcétera. Ahora nos enteramos que para subsanar el hacinamiento se dispusieron los espacios asignados a los programas de reinserción como dormitorios. Otra expresión de la baja (o nula) prioridad que tiene la agenda de reinserción de hombres y mujeres privados de libertad.
Lo que olvida la clase política es que, en una crisis de seguridad como la que atraviesa Chile actualmente, no tiene ningún sentido mejorar la inteligencia de nuestras policías para detener el crimen, si los criminales eventualmente egresarán del sistema penal peor que como entraron. Es pan para hoy y hambre para mañana. Por el contrario, si nuestra democracia es una comprometida con la dignidad humana, no seguiremos leyendo en estas páginas la vulneración diaria de derechos fundamentales a este grupo de la población, ni constatando su total abandono en la agenda pública.
Emilia García, es Investigadora de IdeaPaís. Carta publicada en El Mercurio, el 17 de abril.