La semana pasada fuimos invitados, junto a diversos centros de estudios, a la entrega del documento “Propuestas para el nuevo ciclo presidencial de Chile”, coordinado por el Centro de Políticas Públicas UC. Sistematizado en 8 líneas de trabajo, este texto fue elaborado por 40 académicos y la colaboración de más de 15 especialistas en las áreas temáticas respectivas.

Una de las áreas de trabajo fue educación inicial. En la mesa de conversación que se dio en el encuentro, diversas personas del más amplio arco político, y desde centros de estudios hasta representantes de los principales candidatos presidenciales, compartimos experiencias, miradas y reflexiones.

A pesar de nuestras diferencias respecto del rol del Estado y de las asociaciones privadas en la provisión de los servicios educativos, encontramos puntos en común de enorme relevancia para dar respuesta a los desafiantes tiempos que vive la educación en Chile.

Respecto del qué hacer, coincidimos en que es imprescindible en el nuevo ciclo invertir en educación inicial. Apostar en esta etapa clave del desarrollo vital supone no sólo enfocarse en los aprendizajes tempranos, sino también invertir en cohesión social, desarrollo económico y productividad, al mismo tiempo que previene la delincuencia, la pobreza y otros fenómenos sociales negativos. 

En ese sentido, hay tres líneas de acción. Primero, se requiere aumentar la oferta y cobertura a través de la creación de nuevos establecimientos educativos. Eso implica flexibilizar exigencias legales y administrativas, con el fin de utilizar infraestructura pública subutilizada y ampliar los horarios de atención para hacerlos compatibles con las jornadas de trabajo de padres y apoderados. 

Segundo, se debe combinar un sistema de financiamiento que junto con entregar incentivos a la asistencia regular, asegure recursos estables a los establecimientos educacionales, con el fin de garantizar su funcionamiento y calidad. Además, equiparar el financiamiento entre jardines JUNJI y VTF es clave. 

Tercero, se debe otorgar un lugar especial a los educadores de párvulos y a los equipos educativos. Por ello, resulta menester atraer a buenos postulantes a carreras de Educación Parvularia (por ejemplo, a través de un relanzamiento de la Beca Vocación de Profesor) y lograr la retención a través de mejoras salariales y acompañamiento en los primeros años de ejercicio.

A pesar de que al revisar los programas de gobierno existen matices respecto de cómo solucionar estos problemas (sobre todo, por la persistente reticencia de algunos respecto del rol de los actores privados en el sistema), es un logro que, en materia educacional, la principal deuda se reconozca en sus niveles iniciales, ampliando cobertura, equiparando financiamiento y apoyando a los equipos educativos. Si partimos desde lo que nos une, quizás por fin podamos poner los recursos, tiempos y expectativas en los niños y niñas del país, que tan postergados e invisibilizados han estado en la última década. 

Kevin Canales es director regional de IdeaPaís Biobío. Columna publicada en La Tribuna, el 13 de septiembre.