Señor Director:

Elevar el número de firmas requerido para que un independiente se postule a la Presidencia de la República parece una medida sensata y adecuada. No restringe alternativas, sino que las hace viables para que ellas estén a la altura del desafío. Además, lo alinea con los estándares que la propia reforma al sistema político propone para los partidos.

La elección pasada evidenció el problema: proliferaron precandidaturas, tres alcanzaron el mínimo vigente, y todas tuvieron una influencia electoral marginal. No es sostenible que existan parlamentarios electos con más votos que algunos aspirantes a La Moneda. Esa asimetría erosiona la legitimidad de una elección presidencial.

La legitimidad, en este caso, pasa por exigir umbrales funcionales, evitando candidaturas que no alcanzan a ser verdaderas alternativas. Aumentar el umbral –unas 35 mil firmas a cerca de 70 mil– no es desproporcionado. Es simplemente exigir un respaldo ciudadano mínimo para el cargo más relevante del país.

Cristián Stewart es director ejecutivo de IdeaPaís, Carta publicada en La Tercera, el 14 de diciembre