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Todos quisiéramos vivir en el país que el Presidente Boric describió en su última Cuenta Pública: una nación que aparenta mostrar avances sustantivos en áreas claves del desarrollo y la convivencia social. Al parecer, desde que asumió la presidencia, contaríamos con menor informalidad laboral, menor inmigración irregular, más y mejores aprendizajes, una economía pujante y una delincuencia controlada. 

Si bien inició su alocución con una soterrada autocrítica, terminó cayendo en una evidente autocomplacencia al elogiar sin reservas las políticas que han ejecutado. Así, el reconocimiento de los graves errores de gestión, se desvaneció tan pronto como comenzó a describir la supuesta realidad que deja al país en su último año de mandato.

Para describir dicha realidad, el Presidente hizo un uso indiscriminado de una falacia muy común. La misma que él mismo puso en la palestra en 2022 cuando acusó a una periodista de usarla en medio del debate respecto del aumento de la delincuencia. “Cuando uno hace un cherry picking de los datos para decir que todo está mal (…) no está incorporando los últimos datos”, deslizó en esa ocasión. 

La dificultad de identificar esta falacia consiste en que no es necesario revelar información derechamente falsa, sino simplemente emplear evidencia que, siendo verdadera, se utiliza de forma sesgada para arribar a conclusiones que no se derivan de ella. En otras palabras, se decide seleccionar de forma arbitraria información que avala el supuesto y se omite deliberadamente la evidencia que lo refuta. Esta estrategia retórica distorsiona la percepción de los hechos y puede observarse en diversos momentos del discurso. Veamos.

El mandatario afirmó que durante su gobierno los ingresos de migrantes irregulares disminuyeron en un 48%, intentando proyectar una imagen de control y estabilización del fenómeno migratorio. Sin embargo, esta cifra se basa en una comparación arbitraria con el año 2021. Al revisar el balance total de su mandato, los datos cuentan otra historia: en este período han ingresado 133 mil migrantes irregulares, lo que representa 42 mil más que durante todo el gobierno de Sebastián Piñera. A esto se suma una baja en las expulsiones y un aumento en los ingresos de migrantes a recintos penitenciarios.

En educación el panorama es desolador. El Presidente, para dar cuenta de su gestión educacional, nombró como éxito el descenso en 10 puntos porcentuales de la inasistencia grave. Pero no dice que este indicador sigue estando bajo los niveles pre pandemia, y que dicha recuperación representa apenas el mínimo esperable tras una crisis que desestructuró el sistema educativo.

Tampoco nombra que a pesar de las grandes inyecciones de recursos y reformas (que promovió su sector), las brechas educacionales se mantienen prácticamente intactas. Presentó como avance el alza en los resultados del SIMCE de cuarto básico, pero evitó mencionar los rezagos que la misma prueba evidencia en sexto básico y segundo medio. ¿Y sobre los profesores? Destaca la solución a la deuda histórica, pero no reconoce que no ha habido ningún avance real en su condiciones laborales, ni que tenemos cifras alarmantes de deserción docente, agobio laboral y matrículas universitarias. 

Sobre el mercado laboral, sostuvo que han legado cifras históricamente bajas de informalidad y que se han creado 600 mil empleos. Sin embargo, en su balance no hubo espacio para la autocrítica: se omitió el preocupante aumento de la desocupación femenina y el hecho de que una parte importante del empleo generado corresponde a subempleo o trabajos de baja calidad. 

Es más, la desocupación aumentó a 8,8% en el trimestre febrero-abril de 2025, marcando una tendencia alta en comparación con los niveles pre pandemia. En palabras del economista David Bravo, en un contexto previo a la crisis sanitaria, esta situación habría sido calificada como “crítica” o, al menos, “muy prioritaria”. Lamentablemente, otros ejemplos abundan: estrechez fiscal, reconstrucción, listas de espera en salud, SLEP, seguridad. 

Para el Presidente Boric las realidades complejas del país que se han acentuado en su gobierno son simplemente “desafíos”, no muestra de los graves errores de gestión e inexperiencia. No existe ahí una autocrítica ni un reconocimiento que pudieron hacerlo (mucho) mejor. 

No es extraño, por supuesto, que en la última Cuenta Pública los presidentes busquen destacar lo que consideran avances en relación con el estado en que recibieron el país. Sin embargo, lo que resulta inaceptable es que para hacerlo se apoyen en información parcial, sesgada o derechamente falsa, que distorsiona el panorama real y desconoce la realidad cotidiana que enfrentan millones de chilenos.

Kevin Canales es Director Regional de IdeaPaís Biobío. Columna publicada en Radio Bio Bio, el 02 de junio

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